sábado, 16 de octubre de 2010

Maquinita Lumbre


Es 13 de octubre de 2010. Arcade Fire se presenta en el Palacio de los deportes de la Ciudad de México. Me acompañan la linda gatita y el buen primo Beto. Aquí estamos, listos para ingresar al recinto con nuestros boletos impresos en hojas de papel. Ninguno de nosotros estamos seguros de lo que vamos a ver, pero definitivamente hay expectativa.

Entramos. Recorremos el lugar en busca de nuestros asientos, y cuando por fin los encontramos, se apagan las luces y comienza a tocar el acto abridor. Es un saxofonista solo en el escenario. No recuerdo su nombre, lo siento. Se dirige amablemente al público hablando en un accidentado español y comienza a interpretar sus piezas. Básicamente, se dedica a crear ambientes sonoros tocando su instrumento de viento de manera poco convencional. El sonido no es todo lo fuerte que debería ser y, por momentos, lo que ocurre en el escenario es bastante fácil de ignorar. Con todo y todo, cada que termina cada una de sus interpretaciones, el público aplaude sonoramente. Desde entonces podemos notar la calidez del público que prevalecerá durante la noche.

Se despide el abridor y se encienden las luces de nuevo. El lugar ya luce lleno. Quizás porque las secciones más alejadas del escenario no se llenaron completamente y los organizadores las convirtieron en una sola para tapar los espacios vacíos. No me sorprende que no fuera sold out, después del desmadre de la venta de boletos. Llegué a pensar que hasta cancelarían. En fin, que aquí estamos, listos para ver a Arcade Fire. Y la espera acaba de terminar.

Se pagan las luces y aparecen los músicos. Son como duendecillos, saltando de un lado a otro. Se les puede percibir llenos de euforia y apenas han entrado al escenario. Comienzan con Ready to start, tema de su último álbum. Las nueve personas arriba del escenario están entregadas al momento. En el escenario hay luces y una pantalla que muestra algunas imágenes. Lo cierto es que el verdadero espectáculo lo están dando los músicos, es casi imposible quitarles los ojos de encima. La banda agradece al público en español. “Perdón por la espera”, dice Win Butler. Sigue Keep the car running e igual, pura energía. No cars go aparece para mantener el momento en todo lo alto. Piel de gallina. La voz de Win a veces se pierde por la reacción del público.

El siguiente tema es Haiti. Régine Chassagne se apodera del escenario, bailando por todos lados, brincando e incluyéndonos a todos en el trance. Su voz suena increíble. Lo mismo en Sprawl II, uno de los temas más memorables de The Suburbs. Y luego, un par de temas de lo menos grandioso del mismo álbum, Modern Man y Rococo. No suenan mal, pero definitivamente no son mis favoritas.

Ahora suena The Suburbs. Al igual que con los clásicos, el público corea cada momento de la letra. Regine se acerca nuevamente al micrófono y, con un volumen más bajo que las canciones anteriores comienza a susurrar el principio de In the backseat. Un momento absolutamente estremecedor que, en lo personal, casi me saca lágrimas. Ese sentimiento se ve interrumpido por una vendedora de refrescos algo impertinente. Total, que eso a veces pasa.

Intervention suena en todo lo alto, con ese imponente órgano. Es la última canción que interpretan del genial Neon Bible. Es una lástima que se hayan limitado a los sencillos, pero bueno, tampoco es que lo estemos pasando mal.

Crown of love, otro momento de piel de gallina. Intento cantar, pero mi garganta está un poco atrofiada. Neighborhood #1 (Tunnels) es, probablemente, la canción mejor recibida hasta ahora. Aunque no es como si las anteriores hayan sido mal recibidas. El público está totalmente entregado a la banda. Y el sentimiento es mutuo.

We used to wait, de las mejores canciones del nuevo álbum, suena increíble e imponente. Neighborhood #2 (Power out) sube la adrenalina a tope. Es increíble lo mucho que crece la canción al escucharla en vivo y ver a sus integrantes ejecutarla con tal energía. Terminan el tema con un caos sonoro que, lentamente, se convierte en el siguiente tema, Rebelion Lies. Con el público coreando aún al final de la canción, la banda se despide después de un enorme bloque de canciones sin descanso. Aún falta el encore.

Regresan con Month of May, un enérgico tema del nuevo álbum. No suena del todo bien y no se distingue desde el principio. Siguen con un cover a The Smiths (según dice Win Butler). Francamente, yo no he escuchado la original, pero la verdad suena muy bien con los canadienses. Y llega el final del concierto con Wake Up, que es cantada por todo el recinto, entregando hasta la última gota de energía que nos queda.

Un concierto excepcional. Cada miembro del grupo ejecutando su instrumento como si no hubiera mañana, evidentemente disfrutando lo que hacen y contagiándonos a nosotros. Definitivamente, lo que se percibe en los discos es solo la mitad de lo que la banda ofrece. Tal vez la banda regrese en un futuro. Los esperamos con mucho gusto.

2 comentarios:

Neko-chan dijo...

Me gustó mucho la forma en la que expresas la experiencia del concierto, en lo personal me encantó la respuesta del público, se sintió una vibra "sabrosa" entre la audiencia y público.

PD: Te quedo padre el nuevo diseño, aunque el header no es mi favorito.

Dinue dijo...

Yo no los he escuchado mucho, pero pude ver un pedacito del inicio del concierto, e inciaron con tanta energía, que como bien dices, parecen duendecillos.....eso es bueno en un concierto, como cuando Bruce Dickinson canta....si, ¡por favor Dios! sé que no existes, pero que vengan los Maiden!!....ejem...buena reseña.

Saludos!!